Calor radiante vs convección

El confort térmico no sólo depende de la temperatura del aire. El calor radiante nos ofrece las mejores condiciones de calor. Funciona como la luz del sol de manera que nos calienta independientemente de la temperatura del aire. El calor se transmite por radiación a través de ondas de infrarrojos.

La estufa irradia constantemente calor a los cuerpos sólidos de su alrededor, calentando su superficie y creando una inercia térmica en el interior de la casa. Esta inercia permite conseguir mayor estabilidad de la temperatura a lo largo del día así cómo un reparto más homogéneo del calor. Una sensación de calor ambiental más agradable.

El aire no circula de forma tan forzada y por lo tanto genera menos polvo. A diferencia de los radiadores metálicos, los materiales cerámicos de nuestras estufas transmiten el calor sin alterar la carga de iones positivos en el aire y respetando el grado de humedad ambiental óptimo para nuestra sensación de bienestar. Al no secar el aire no se nos resecan las vías respiratorias y al ser el aire de mejor calidad, respiramos mejor.

Nuestro cuerpo experimenta el calor radiante de una forma sana y natural. A menudo se tiene la sensación de estar a temperaturas superiores ya que recibimos el calor directamente en los huesos.

La mayoría de sistemas de calefacción funcionan por convección. Calentando directamente el aire del interior de la casa a través de radiadores metálicos. El aire cuando entra en contacto con la superficie caliente del radiador, se calienta, pierde densidad y sube. Forzando la circulación de aire mas frío hacia la fuente de calor.

La respuesta por convección es rápida pero tiene algunas desventajas importantes respecto a la eficiencia, el confort y la calidad del aire del interior de la casa.

El aire se ordena por capas de temperatura creando así grandes diferencias térmicas entre el techo y el suelo. Cuando nuestro cuerpo detecta estas diferencias reacciona cerrando los vasos sanguíneos de la piel reduciendo el flujo de circulación de la sangre para evitar la pérdida de calor.  De esta manera aparece a menudo la sensación de «pies fríos».

La circulación de aire forzada genera corrientes y estas producen más polvo.

El aire cuando entra en contacto con una superficie metálica caliente, por un lado se reseca y por otro se carga de iones positivos.

El polvo que transporta el aire, invisible al ojo humano, se quema en el interior de la casa reduciendo la calidad del aire ambiental. Este fenómeno se acaba haciendo visible con el tiempo cuando aparecen las típicas manchas de humo encima de los radiadores metálicos. Esta es la causa muchas veces desconocida, de muchas enfermedades respiratorias relacionadas con los sistemas de calefacción como algunos tipos de asma.

 

 

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